School Judgment: Gakkyu Hotei, Vol. 3 (3)
M**N
Nice Ending
I felt satisfied by the ending. Everything wrapped up nicely.
N**D
Excellent finale to this 3-volume series
Excellent finale to this 3-volume series. The book starts off with one last case involving a locked room (almost) murder. This was my favourite case of the whole series! Then the plot finally settles on solving the "Bloody Classroom Session" which has been the overall story arc since the first volume. I found the wrap up quite intense and satisfying even though it seemed to be a more culturally Japanese solution rather than one would find in an American mystery. Even though it's only three volumes I really enjoyed the characters and thought they had real development over the entire series. I really enjoyed the legal aspect of the story and will have to look for more manga in this genre.
P**R
Reseña de “School Judgement”, de Nobuaki Enoki y Takeshi Obata
El campo legal es uno que el Manga raras veces aborda, acaso porque los juicios resultan repetitivos en sus procedimientos; la monotonía procesal/sumarial es una que no se desarrolla bien en la página ilustrada (a diferencia, por ejemplo, de la novela), sin poner de lado que el lector Manga tradicional desconoce y más veces que no tendrá poco, si algún, interés en materia jurídica. “Defense Devil”, "Ace Attorney” (adaptación de la novela visual “Phoenix Wright”) y “Kurosagi”son tres ejemplos de obras donde, con limitado éxito, el Manga procuró el lioso labrantío de las leyes y los jurisconsultos.“School Judgement”, entonces, aparece como el esmerado—pero muy incompleto—intento (¿experimento?) de Jump por incursionar en el aún inexistente género (Manga Legal). Tras llamar la atención de lectores y editores con un one-shot publicado por medio de la aplicación Jump LIVE (después, Shonen Jump+), la reconocida editorial ofreció al novato Nobuaki Enoki la posibilidad de serializar su trabajo con la condición que éste se dedicara al guión mientras alguien más cubría el Arte (según el mismo autor, el editor encargado comentó que su dibujo era carente), decisión extraña si se toma en cuenta que la misma casa le había otorgado la presea Jump Treasure, presentada a los nuevos ilustradores de talento, en 2009. El arbitraje, sin embargo, y tras leer la obra completa puedo reconocerlo, aspiraba a crear un título que no sólo revolucionara la industria sino sedujera a los lectores; los cautivara con una variedad de Manga entonces, y hasta hoy, ignorada. Una tarea difícil, sin duda—un nombre de peso debía estar involucrado para que el proyecto despegara: Takeshi Obata.En un Japón contemporáneo, “School Judgement” es un sistema introducido por el gobierno, pero procurado y aplicado por estudiantes menores de edad (“por los niños y para los niños”), para la resolución de problemas escolares, así como la determinación y aplicación de penas post-juicio. De acuerdo al procedimiento, los niños y niñas de primaria deben estudiar leyes (durante un limitado tiempo) para poder convertirse en abogados defensores o procuradores. También hay jueces, pero estos son niños de preescolar (4-5 años) que, inteligentísima teoría, no necesitan conocer de leyes, pues a esa edad se tiene la consciencia pura necesaria para llevar a cabo veredictos/sentencias finales, empero la presión de los juicios los hace envejecer aceleradamente al grado que parecen ancianos atrapados en los cuerpos de infantes (imagen desagradable que el mismo autor admite haber limitado debido a lo grotesco de la ilustración). Los juicios ocurren los días miércoles, cuando el aula escolar se reajusta a manera de tribunal de pinta televisiva; el procurador expone la evidencia en contra del acusado, y es trabajo del defensor demostrar su inocencia o convencer al niño-viejo juez sobre la misma (no hay jurado, aunque sí testigos). Pocos de los procedimientos se abordan de manera realista, mas ese no es el objetivo: el éxito de los casos, de otra manera estúpidos (el asesinato del pez mascota del grupo, la venta interescolar no autorizada de dulces), así como las penas aplicadas (lavar los pasillos a mano, entregar al damnificado los postres de cada almuerzo durante un mes), está en la presentación y administración “constitucional” de los niños (la mayoría, de 12 años de edad) que participan en ellos. En este sentido, Nobuaki inicia con el pie derecho: es muy gracioso atestiguar el soborno de alumnos con medallas Yokai, y que tanto abogado defensor como procurador aparezcan, cual boxeadores, con sus récords de victorias y derrotas. Esto último nos conduce al otro, y último, punto fuerte de la obra—el personaje principal.Ocurriendo (casi) la totalidad de la obra al interior de la Tenbin Elementary School, y en particular dentro del salón 6-3, la mayoría de los personajes son niños del último grado de primaria. La obra comienza cuando Abaku Inugami y Pine Hanzuki son transferidos para participar como defensor y procuradora en las sesiones de arbitraje escolar. Abaku es un genio auto-escolarizado (en leyes), maestro del “ronpa” (término japonés que, similar al debate o la argumentación meramente lógica, se traduce como “refutación” o “ganar un argumento”); Pine es hija de autoridades en el medio jurídico, con un número de victorias sorprendente para su edad. Ellos encabezarán cada uno de los juicios atinentes a sus compañeros de grupo, entre los que destacan Tento (el apestado), Higashide (el aplicado), Uozumi (el deportista), Airi (la idol) y Shiratori (la chichona). El Arte de Obata en fondos—la escuela—es tradicional (“suficiente”, sin mérito), pero el diseño de personajes, y en especial aquél de Abaku, es estupendo. Con una espalda ligeramente encorvada a lo “L”, vestimenta preppy y lentes al estilo neoclásico, Abaku sobresale y nunca hastía, no obstante cuántas veces vocifere “¡Objeción!” (práctica más comercial que real; en Japón, como en la mayoría de los países, jamás se usa). El problema aquí reside en que su figura prevalece demasiado—domina tanto las secuencias que más veces que no se “come” al resto de los personajes, y el ritmo de la historia comienza a degradarse antes de terminar el primero de los tres tomos; Abaku es genial y siempre gana, sin importar que su defensa resulte deductiva (sensata) o absurda. Los “malos” se exponen a las represalias de sus actos, y los acusados adquieren aprendizajes como “debo siempre dar lo mejor de mí”, “hay que ser honestos con los demás y con nosotros mismos” y “debemos despojarnos del miedo a demostrar nuestros sentimientos”, morales incluidas en el 99% del Manga. Quizás por ello el equipo editorial decidió eliminar a Pine—no matarla, que todos son niños, sino reducirla a un personaje secundario esporádico, una intrepidez cuando se reconoce que, desde el principio, Pine es expuesta como rival conceptual de Abaku (incluso llega tan lejos como decirle que “permanecerá en la misma escuela hasta que pueda derrotarlo en un juicio”). Entonces entra Sarutobi, una apuesta extremista por recuperar el equilibrio de la historia. El nuevo personaje es un niño que es ninja, que es abogado, usa mal las palabras y es sumamente dramático. Ah, y tiene el récord perfecto de victorias (sin derrotas). Junto con Sarutobi (y, posteriormente, con Kijima, la procuradora sado-putona, cuando el niño-abogado-ninja deja de funcionar) viene el cuasi-oscuro pasado de Abaku, así como un legendario, y sanguinario, caso sin resolver en que ambos estuvieron involucrados.Siendo un principiante, y acaso por el pánico de estar trabajando al unísono con uno de los maestros del medio, Enoki repetidamente pierde el hilo que une su argumento; dictámenes comprometidos, giros urgentes y falta de información legal que propiciara ideas más divertidas (o coherentes) liquidaron lo que en un one-shot (dada su brevedad) no peligraba: la intensidad. School Judgement se recupera a momentos, como cuando, apartándose del poco explotado (en la historia) derecho penal, se agregan los casos civiles (demandas), o la inclusión de un intento de homicidio, tiñendo las páginas con un tono lóbrego y palabras más serias. Desafortunadamente para Enoki, cada vez que su obra vuelve a alzarse, la caída es más fuerte, y el mismo Obata parece perder el interés desde el segundo tomo, cuando su trazo se percibe sistemático y antipático (sin perder calidad). Como tantas serializaciones cuyas editoriales optan por “matar” (para rescatar espacio e inversión) antes de tiempo, School Judgement termina de manera artificial y obligada.“School Judgement”, disponible en inglés. Tres tomos en la calidad tradicional de VIZ Media.Mi calificación: C+
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